¡Los ojos de las bestias!
Todos los ciudadanos podemos reunirnos para manifestar públicamente las inconformidades que tenemos con nuestros gobernantes, pero siempre y cuando lo hagamos de manera pacífica, como nos lo manda el artículo 37 de nuestra constitución política, la cual fue expedida y aplaudida, entre otros colombianos, por los mamertos del M-19.
La norma nos permite protestar en una manifestación, que no es otra cosa que una “Reunión pública, generalmente al aire libre y en marcha, en la cual los asistentes a ella reclaman algo o expresan su protesta por algo.”, al decir de la RAE.
La norma, al utilizar la palabra pacífica, es sabia, porque protestar no es extorsionar, ni asesinar, ni destruir los bienes públicos o privados (Art 265 C. Penal), ni atacar o herir a las personas (Arts 111 y ss C Penal) y muchos menos enfrentar a los policiales con cocteles Molotov, tratando de quemarlos vivos, ni lazarles piedras a estos servidores públicos para quebrarles sus piernas o sacarles un ojo, cuando su noble misión, no es otra que la de garantizar que la protesta sea pacifica; ni tampoco lesionar a los gestores de paz de las alcaldías, pues la anteriores conductas criminales, son propias del delito conocido como violencia contra servidor público, tipificado por el artículo 429 del Código Penal, norma que a la letra manda: “ El que ejerza violencia contra servidor público, por razón de sus funciones o para obligarlo a ejecutar u omitir algún acto propio de su cargo o a realizar uno contrario a sus deberes oficiales, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años.». En resumen, protestar no es delinquir, protestar es gritar, pitar, señalar, exigir, demandar.
¿Por qué para protestar hay que destruir los cajeros electrónicos, incendiar el metro de Medellín o el de Santiago de Chile, destruir los buses o las estaciones de Transmilenio, destruir las fachadas de los edificios, incendiar las iglesias, saquear los alamacenes, quebrar los vidrios de las viviendas y de los locales comerciales o aterrorizar a la ciudadanía, quebrando las ventanas o los parabrisas de los buses de servicio público, que circulan por donde marchan los protestantes? ¿Por qué hay que bloquear el transporte público? ¿Por qué hay que lanzarles piedras o cocteles Molotov a los policías y aun a los participantes? No hay razones que justifiquen esos hechos criminales o la comisión de esos delitos, propios únicamente de bandidos, de delincuentes, de la peor calaña.
A ningún colombiano de bien, se le ocurriría incurrir en esas conductas, salvo que sea un delincuente o un integrante del denominado Foro de Sao Paulo – Venezuela Unida, una organización de criminales al servicio de la Habana, que es la promotora del odio y la violencia en las Américas. Organización de carceleros que pretende implantar en nuestros paises el castrochavismo, promoviendo para ello la violencia más salvaje, y, por ello, estos sinvergüenzas, promueven permanentemente revueltas criminales en las ciudades, para destruir los bienes públicos y privados y atacar a la policía, como ya lo han hecho en Chile, Colombia, Ecuador y aun en los Estados Unidos, pues estos predican un legado contrario al de Santander, pues para alcanzar la esclavitud socialista, según ellos, hay que pisotear las leyes, atacar a las autoridades y promover la violencia, en todas sus formas. Para ellos todos los medios violentos y delictuales son válidos.
Aquí no nos han dado tregua, ni el grupo de desadaptados de la Universidad Pedagógica ni el de la Universidad Nacional, quienes convocan permanentemente a manifestaciones violentas para atacar a la policía y a las instituciones. El pasado 24 de febrero, estos salvajes convocaron a una protesta en la calle 72 con carrera 11, en contra de “la brutalidad policial, de la impunidad y del terrorismo de Estado” ¡Por Dios!
En esas manifestaciones siempre violentas y delictivas y puntualmente en la del 24 de febrero, Gareth Steven Sella, un fotógrafo, quien no iba a marchar pacíficamente sino a atacar a la policía, a generar terror y caos y a destruir los servicios públicos de transporte, como el de Transmilenio, sufrió un daño en uno de sus ojos y decimos que es un hombre violento, porque ello es lo que se colige de los siguientes hechos: i) antes de esa manifestación Gareth Steven Sella trinaba así: “Tenemos el derecho de quemarlo todo y de romperlo todo si se nos da la gana. No somos vándalos somos la resistencia.” ¡Compañero, qué lenguaje mamerto tan combativamente pacífico!; ii) porque se fue vestido para la manifestación con un casco negro, una máscara antigases negra, unas gafas industriales de protección, que no permitían verle sus ojos, un overall negro y un guante blanco, en su mano derecha, para recoger munición antigases y no quemarse, esa mano, con los ácidos que se deprenden de esos proyectiles, al momento de recogerlos para lanzárselos nuevamente a los policiales y quien, cuando se quitó las gafas, dizque para limpiarlas, fue impactado en uno de sus ojos por un objeto contundente, como una piedra, piedras que los vándalos, que lo acompañaban, les estaban lanzando a los policiales y, por lo tanto, no se sabe quién lesionó a Gareth. En todo caso, este vándalo no fue lesionado con munición de ningún tipo por parte del ESMAD, pues la policía ya no usa escopetas con balas de goma ni de perdigones, porque así lo decidió la Sala Civil de la Corte al desatar una acción de tutela; iii) porque cuando se sintió herido se escondió en un establecimiento comercial, para quitarse sus ropas y demás elementos de combate, para que no lo reconocieran como vándalo y aparecer, más bien, ante la opinión, como un simple marchante, que no lo era, para desprestigiar así a la policía y cuando lo descubrieron, brindó la peor mala justificación que un mamerto puede esgrimir, que se desprendió del overall dizque porque estaba manchado de sangre, cuando lo que buscan los mamertos es sangre para mostrarse como víctimas, de las violencias que ellos mismos desatan.
¿Dónde está la prueba de que la lesión que afectó el ojo Gareth Steven Sella se la causó la policía, para poder acusarla?
Yo si se dónde está. En la imaginación calenturienta y mamertosa de la irresponsable alcaldesa de Bogotá, quien, sin pruebas, salió a acusar a la policía de ser la responsable de la lesión que sufrió el vándalo; ello cuando, de la manera más irresponsable, afirmó que “…El ESMAD no tiene autorización para quitarle los ojos a nuestros jóvenes.”. Las funciones de la alcaldesa tampoco la facultan a ella para acusar a una institución sin pruebas y, por lo tanto, se extralimitó en el ejercicio de sus funciones al hacerlo, al atacar, sin pruebas, a la policía, institución, la policial’, con la que, por el contrario, debería colaborar armónicamente (Art 113 C. Política).
Una de las funciones de la alcaldesa es la de hacer cumplir la Constitución, la ley, los decretos del Gobierno Nacional y los acuerdos del Concejo, no atacar a la institución policial sin pruebas y si finalmente se establece que fue un Policía, quien golpeó al joven, excelente, para que los marchantes se enteren de que las manifestaciones tiene que ser pacificas y que si apelan en ellas a la violencia para protestar, destruyendo todo lo que se encuentren a su paso, sentirán, como debe ser, el rigor de la espada de la justicia, materializada en las fuerzas del ejército y de la policía, asi no les guste a los jueces gramcianos.
Si ella cree que la policía incurrió en un delito debe denunciar los hechos que le consten, pero no calumniar, a través de la prensa incendiaria, a esa institución; contrastan con esas declaraciones calenturientas las del comandante de la de Bogotá, quien no se atrevió a acusar al joven sin pruebas, no obstante que todos los indicios acusan al marchante de vándalo. ¿Sabe usted amable lector cuántos policías perdieron sus ojos o sus piernas en estas manifestaciones violentas, promovidas por la izquierda cubana y Petro el incendiario?
Como lo explica algún video que circula por redes, la violencia es la de “los bestias”, la de los vándalos. El accionar del ESMAD no es violencia, es el ejercicio legítimo de la fuerza del Estado para la defensa de los bienes, vida e integridad de los colombianos que no estaban protestando, en la manifestación. O ¿será mejor, permitir que los ciudadanos se armen, para que disuelvan ellos mismos, esas manifestaciones de salvajes?
No es la policía colombiana la que golpea a quienes la atacan, es la norteamericana, la inglesa, la venezolana, la china, la francesa, la canadiense, la española, la cubana, isla de miseria y de horror, donde no puede haber manifestaciones siquiera y por ello las gentes, muriendo de represión, hambre y miseria, para protestar, como los esclavos negros de las plantaciones de algodón, tienen que acudir a la música, para mitigar sus penas y la canción de moda en la Isla de los Castros, es la titulada “Patria y vida”, cuya letra“…habla de la represión “a punta de pistola y de palabras” en la que viven los cubanos, de la dignidad “pisoteada”, de la búsqueda diaria de dólares, de “las madres que lloran por sus hijos que se fueron”, del naciente y rebelde movimiento San Isidro, y del cansancio de esperar “un nuevo amanecer”. “No más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas. Ya no gritemos patria o muerte sino patria y vida”, reza otra de sus estrofas, como nos lo cuenta Jorge Ramos Ávalos, en su reciente columna para El Colombiano.
Esos cubanos si son progresistas y no Petro o Cepeda, quienes luchan hasta morir, porque los cubanos, los nicaragüenses y los venezolanos, sigan comiendo mierda, que es lo que igualmente desean para los colombianos, los bolivianos y los argentinos. Miren a Cuba, a Nicaragua o a Venzuela por internet, para que vean como se vive de bueno en esas tiranias comunistas.
Señor General Óscar Gómez Heredia, comandante de la de Bogotá, lo felicito por defender a sus hombres y le solicito, muy comedidamente, que así como algunos congresistas, los más payasos y violentos, se taparon un ojo para mentir y engañar a la comunidad, por el contrario, sea usted quien le muestra al país las fotos de los policiales heridos y de los bienes destruidos por las bestias en estas manifestaciones de salvajes que no de estudiantes, para que la ciudad se convenza de la porquería que son los bandidos y sinvergüenzas que hoy defiende la alcaldesa, a quien se le debe revocar el mandato.
Coletilla.- Si Uribe hubiera seguido siendo senador, le hubieran exigido que renunciara a esa dignidad para defenderse y si renuncia le dicen bandido. ¡Palo porque bogas y palo porque no bogas! Los de la FARC, investigados por crímenes de lesa humanidad, no han renunciado a su curules, no obstante que están siendo investigados por la JEP, su justicia politica de bolsillo.
José León Jaramillo Jaramillo es abogado litigante, reconocido columnista de opinión . Además, ha ocupado importantes cargos en los sectores público y privado, como que fue procurador general de la nación (e). Leer más.