No pretendo, estimados lectores, tratar sobre las diferencias políticas entre Uribe y Petro. ¡No! Hoy trato de un tema que levanta pasiones mucho más violentas e impredecibles, el uso del que galicado. No obstante, es el flagrante uso de este giro por parte de Uribe (citado por la prensa exactamente igual al título de esta columna) el que me animó a escribir esta notica, en la cual hago uso deliberado y extenso del que galicado. Es que quiero ver si esto escandaliza a alguien.
¿Para dónde va la UdeA?
“Los planes son inútiles, pero planear es indispensable”-Dwight Eisenhower
Sagaces palabras del hombre que planeó la operación anfibia más grande de la historia, la invasión a Normandía, durante la segunda guerra mundial. Los planes son inútiles porque, al primer disparo, la situación cambia profundamente.
Conferencia sobre la “Ley de Reforma a la Policía y Ley Antidisturbios y Anti-vandalismo”
Agradezco al Sindicato Nacional de Trabajadores y Procuradores Judiciales de la Procuraduría General de la Nación, SINTRAPROJUDICIALES, el haberme invitado a dictar esta conferencia, invitación en la que se nos solicitó, a los expositores, responder tres interrogantes a saber:
¿Por qué detesto los eufemismos?
Vivimos en la edad de los medios, en la que es imposible eludir los eufemismos. Enquistados como garrapatas, chupan la claridad que debería alimentar al lenguaje. No pretendo presentar una clasificación taxonómica compleja, pues me basta con tres categorías basadas en las intenciones detrás del eufemismo.
Una sopa para el diablo
Una interesantísima y amena columna del doctor Alberto Santofimio Botero, sobre el expresidente Alberto Lleras Camargo, me hizo recordar un pequeño libro de anécdotas y conceptos, sobre distintos personajes de la política colombiana: Una sopa para el diablo, que escribió el doctor Carlos E. Obando Velasco (q.e.p.d), quien ocupó muchísimos cargos públicos, dentro de los que destaco el de gobernador del Cauca y el de ministro de obras públicas y quien fue baleado por haber respaldado la coartada de Alberto Jubiz Hazbún, un químico barranquillero a quien se acusó falsamente de ser el asesino material de doctor Luis Carlos Galán Sarmiento y lo hice para recordar algunos comentarios de Obando sobre el doctor Lleras Camargo.
https://www.elcronista.co/destacadas/el-alberto-lleras-camargo-que-yo-conoci
¿Qué le debemos a la UdeA?
Cualquier deuda que podamos tener con la UdeA es de orden moral y afectivo, no legal. Podemos decir, por lo tanto, que no le debemos nada, si eso es lo que nuestra conciencia nos dicta. Pero yo algo le debo pues, a pesar de sus muchos defectos, me he beneficiado de su labor.
¿Qué nos debe la UdeA?
En 1974, cuando, con mis diecisiete años, entré a la UdeA como estudiante, yo pensaba que tenía un trato con la universidad. Yo pagaría mi matrícula puntualmente, y me dedicaría con responsabilidad a mis estudios. A cambio, recibiría de la universidad una educación profesional e ininterrumpida. ¡Que ingenuidad la mía! Si, pagué mi matrícula siempre, y nunca tomé menos de los créditos mínimos (alguna vez excedí los máximos).
La guerrilla como empresa criminal conjunta y Sandra Ramírez Lobo Silva.
Sandra Ramírez Lobo Silva, la segunda vicepresidenta del Senado y la ex de Tirofijo, con un cinismo total y en clara apología de un delito de lesa humanidad, comparó a los campos de concentración de la guerrilla con hotelitos campestres, con su colchoncito y todo.
¿Cómo descongestionar las justicias civil, comercial y administrativa?
Al oído del ministro de Justicia y de altas cortes.
La congestión de la justicia civil y comercial es alarmante y buena parte de ella se debió a los improvisados y tristemente célebres jueces de descongestión, cuyo muy mediocre accionar es de muy ingrata recordación y a la politización de la rama. La de la justicia administrativa es vieja data.
La importancia del «No sé»
Hace años, cuando comenzaba mis estudios en la universidad, circulaba una creencia bastante popular, según la cual el bachillerato colombiano era superior al estadounidense. Se basaba esta opinión en que, supuestamente, el estudiante colombiano recibía más instrucción, y en más materias que el norteamericano. “Los bachilleres gringos no saben nada” era casi un refrán. Confío en que las cosas hayan cambiado, y que esta opinión ya no tenga acogida.