Que los policías cometen crímenes y errores ¡claro!, pero no solo los policías y los militares, centenares de seres humanos, de distintas profesiones los cometen diariamente.
Si un ingeniero me roba o me causa un perjuicio o asesina, por ejemplo, a unos de mis parientes, yo debo denunciarlo y aun puedo demandarlo, pero nunca contratar a un grupo paramilitar o de sicarios, para que lo asesinen o le incendien su vivienda y le maten hasta el loro de su casa, como lo hacía Pablo Escobar Gaviria, el parcero del M-19, quien, en una ocasión, les ordenó a sus sicarios destrozarles las piernas a balazos a un niño, quien se peleٙó con su hijo Juan Pablo, en el colegio San José.
Como lucho contra las tiranías y la injusticia, cuando vi a unos policías en Minnesota capturar, juzgar y condenar a muerte a un ciudadano, a George Floyd, porque, según ellos, engañó a un comerciante con un billete “falso” de veinte dólares, a la vez que fui testigo de cómo aquellos ejecutaron de inmediato esa tenebrosa sentencia, asfixiándolo mecánicamente frente a las cámaras, sin oír al reo siquiera, protesté por ese escandaloso, afrentoso y vil asesinato público y pedí justicia. Nunca se me ocurrió hacerle daño a nada, ni a nadie y mucho menos promover el saqueo de las ciudades norteamericanas, pues confío en las autoridades legalmente establecidas, en la medida en que estoy obligado a respetar el pacto social constitucional y a fe que el sistema funcionó, los policías fueron encarcelados y procesados.
Por ese hecho criminal en Minnesota y en otras ciudades norteamericanas, las gentes sintiéndose amenazadas por esa clase de policías, salieron a protestar pacíficamente y a demandar lo mismo, justicia; pero los comunistas, quienes estaban esperado un hecho como este, para tratar de desestabilizar a la democracia norteamericana y hacerse así al poder, con miras a festinar alegremente con los patrimonios de todos los ciudadanos norteamericanos, en favor de las bandolas gansteriles comunistas, liberaron, como Petro, a un ejército paramilitar para que atacara los bienes de la policía, lesionara o asesinara a esos agentes policiales y a los demás integrantes de las fuerzas del orden que trataran de controlar los desmanes; asaltara a los comercios, los incendiara y destruyera todo lo que encontrara a su paso, como lo hicieron las mismas petrobestias en Chile, siguiendo instrucciones de la Habana, las de destruir el metro de Santiago, ¿para qué lo vuelvan a construir los chinos? o en Colombia donde las mismas petrobestias destruyeron a Transmilenio y causaron toda suerte de daños a los bienes públicos. Ejército paramilitar que ya tenían contratado con dineros de las mafias del narcotráfico y que previamente habían integrado con guerrilleros urbanos, indigentes, mendigos, prostitutas y delincuentes, de la peor calaña, con todo el lumpen proletario.
Ese plan, que es el mismo de Cuba, de Petro y de Claudia Nayibe, consiste en atacar, debilitar, desprestigiar, politizar a la Policía y someterla a la dirección de jueces mamertos, para lograr ese cometido, lo que no se hace en ningún país comunista, países que, por el contrario, ostentan las policías más violentas del planeta y para la muestra un botón cercano: las fuerzas salvajes del régimen de Maduro, el nuevo mejor amigo de Santos y el parcero de Petro y de las Farc “… asesinaron a 1.611 personas en los primeros seis meses de 2020, un promedio de 9 personas por día. La mayoría de las víctimas fueron jóvenes pobres, entre 18 y 30 años.”, como nos lo informa hoy Infobae y si tiene alguna duda consulte el “…informe completo de ejecuciones extrajudiciales…” que elaboró “El Centro de Investigación de los Padres Jesuitas “Centro Gumilla,…” de la misma comunidad del padre de Roux…” y el Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea)” Les adjunto un Link.
El reciente caso de Javier Ordoñez me dolió, pero desconozco su contexto y por ello no me atrevo aun a pronunciar opinión alguna, pues quienes tenemos algún grado de civilidad, sabemos que lo que nos corresponde es esperar los resultados de las investigaciones de las autoridades y no ir condenando irresponsablemente a los demás, como lo hacen Petro, la alcaldesa y los populistas, oportunistas, incendiarios y enmermelados que hay en este país.
No se vieron en nuestras ciudades grandes manifestaciones de rechazo a la policía con motivo de esa muerte, como se vieron en Minnesota y en otras ciudades norteamericanas, lo único de lo que fuimos testigos fue del accionar violento de pequeños grupos de Petrobestias, destruyendo y vandalizando las ciudades, actos criminales de hordas de malandros que Petro llama movilizaciones de la juventud.
La responsabilidad por omisión de todos los crímenes cometidos en Bogotá, con motivo de las manifestaciones promovidas por Petro, para “protestar” por la muerte del ciudadano Javier Ordoñez, al parecer, en manos de dos policiales y quien, según las investigaciones, estaba esperado un hecho como este para convocarlas, tal y como lo había anunciado el traidor de Santos; manifestaciones criminales inconstitucionales, en la que participó activamente el ejército vandálico de izquierda, conocido como Las Petrobestias, recaen en la alcaldesa y en el subversivo de Petro, el promotor del odio de clases y de la violencia cubana en Colombia.
Es indiscutible, pues, que la responsabilidad por omisión de los 7 homicidios acaecidos en la capital y por las lesiones personales de 93 policías, sin que podamos pasar por alto las lesiones de centenares de ciudadanos, manifestantes o no; por los destrozos de 56 estaciones de policía, el incendio de más de 77 vehículos particulares, la destrucción de 34 vehículos de Transmilenio, de 22 motos, la vandalización de 5 bancos y de más de 100 establecimientos comerciales, le es atribuible a la alcaldesa de Bogotá, porque ella tenía y tiene la posición de garante de las vidas y bienes de los ciudadanos de Bogotá y principalmente porque ella, como los demás colombianos, tenía y tiene clarísimo, que cualquier marcha que se realice en Colombia, que hubiere sido convocada por el guerrillero de Petro, quien nunca se ha desmovilizado, o por los desadaptados de Fecode, significa que se presentará en ella el accionar vandálico y criminal de centenares de salvajes, pagados con dineros del narcotráfico, para atacar a la fuerza pública y destruir e incendiar las ciudades y esto no requiere prueba alguna, pues es un hecho notorio.
Estando pues segura la alcaldesa de que si las marchas se daban, el ejercito paramilitar de Las Petrobestias volvería a atacar a la Policía y a destruir a Transmilenio, incendiar a la ciudad y aterrorizar a sus habitantes, debió haber decretado el toque de queda y hacerlo respetar, que fue lo que hizo el expresidente Carlos Lleras Restrepo, al amenazar con disparar y gracias a ese carácter gubernamental, nadie salió, entonces, a las calles y nadie perdió la vida, ni vio desaparecer sus bienes. Las autoridades no solo deben ser respetadas sino temidas y en todo caso no deben salir desarmadas a dejarse masacrar, como lo pretende la gran mamerta, cuyo mandato y el del alcalde de Medellín hay a que revocar.
Las conductas de Petro son típicas de rebelión. Consúltense los artículos 467 y 470 del Código Penal Colombiano.
Como bien lo declaró el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, los mamertos, esos “…que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república.”, son los mismos que, todos los días, tratan de convencernos de que “… los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.”
Definitivamente Colombia es un país ingobernable, en el que no se respetan ni la Constitución ni las leyes, ni las autoridades, ni el ejército, ni la policía y en el cual no hay quien haga cumplir esas leyes, ni respetar a esas autoridades, lo que de paso la convierte en un país anárquico, pues la anarquía no es otra cosa que “la ausencia de gobierno” o “la falta de autoridad de los que lo dirigen” y por ello la mayoría de los actores de la vida nacional pisotea diariamente la constitución y las leyes, de la manera más afrentosa y violenta, pues lamentablemente tenemos un gobierno muy, muy, pero muy débil y descaracterizado.
¡Dios salve a Colombia!
Coletilla 1.- Mi solidaridad con todos los familiares de nuestros policías asesinados y con los policías lesionados, por las hordas vandálicas de malandros, que patrocinan los narcomamertos colombianos.
Coletilla 2.- Los ciudadanos tenemos derecho a ejercer una legítima defensa colectiva, frente a los ataques vandálicos y criminales de los ejércitos de Petrobestias. Todos los comerciantes y los vecinos debemos organizar grupos de defensa que le coadyuven a la policía a proteger “…a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares”. !Es ahora o nunca!
José León Jaramillo Jaramillo es abogado litigante, reconocido columnista de opinión . Además, ha ocupado importantes cargos en los sectores público y privado, como que fue procurador general de la nación (e). Leer más.