La justicia ciega, sorda y muda

¡La muerte de la baranda judicial!

Al oído de los procesalistas y de la administración de justicia.

“El Estado es un gigantesco robot al cual la ciencia le ha podido crear el cerebro, pero no el corazón.” Carnelluti

Me gusta la justicia virtual, pues nos permite trabajar sin desplazarnos de nuestro hogar o desde nuestro sitio de trabajo a un despacho judicial y porque adicionalmente nos evita la fatiga, la contaminación, los costos en tiempo y dinero que produce el transporte a una sede judicial y el retorno de ella a una oficina y, como es obvio, el desgaste que todo ello nos produce, pero, lamentablemente, la virtualidad ha deteriorado, de manera dramática, las relaciones entre jueces y funcionarios judiciales, problema que se acentúa por el stress que el encierro nos produce y todo ello nos obliga a enfrentamos a una justicia ciega, sorda, muda, lenta, politizada y deshumanizada.

La baranda física era muy útil, porque había un contacto amable entre los funcionarios y los usuarios del servicio público de justicia. Los funcionarios nos absolvían preguntas, muchas veces entendían nuestras posiciones y modificaban sus decisiones sin necesidad de requerimientos, orientaban a jóvenes practicantes, calmaban las angustias de muchos ciudadanos desorientados que no sabían dónde encontrar su proceso siquiera o qué hacer para interponer una tutela para mejorar la salud de una madre enferma; hoy la deshumanización es total y la falta de comunicación ni se diga, pues, con honrosas excepciones, los funcionaros judiciales no contestan los teléfonos de los despachos y ni los correos siquiera.

Como parece que la justicia digital llegó para quedarse, creo que necesario restablecer las comunicaciones verbal y no verbal, las cuales son necesarias. La relación digital únicamente es deshumanizante y fría y deteriora las buenas relaciones que deben existir entre los funcionarios judiciales y los litigantes. Una frase o una petición pueden herir, pero ello también depende del tono, de los gestos que utilice el interlocutor y de la forma en que se pronuncie esa frase o de la aclaración que se haga en el momento, en que se observe algún signo de malestar.

Con otras palabras, en mi opinión, es necesario implantar una baranda judicial virtual pero no escritural sino audiovisual, utilizando, por ejemplo, las videoconferencias, las cuales deben reglamentarse. Hay que dedicar uno o dos funcionarios de cada despacho a atender esa baranda de manera amable y para ello hay que crearla y reglamentarla.

Con ello quiero insistir en que, “Es urgente una reforma integral a la justicia y para ello es necesario que todas las instituciones y sectores de la sociedad relacionadas con la Judicatura deban sumarse a ello…”, como lo recomendó la doctora Margarita Cabello Blanco, cuando integraba la Sala de Casación Civil de la honorable Corte Suprema de Justicia y quien agregó, y en ello igualmente le concedemos la razón, “… que se necesita un gran acuerdo nacional por la justicia, del que salgan una reforma integral del sistema, alejada de intereses partidistas y afanes coyunturales…”, ello, en mi sentir, a través de una constituyente limitada en sus poderes.

Pero si la constituyente no fuere posible, por lo menos, que el gobierno instale una comisión integrada por unos 25 juristas de las más altas calidades, dispuestos a realizar foros en todo el país, para oír, entre otros, con humildad, a los profesores de las universidades, a los estudiantes, a los abogados litigantes, a los magistrados, a los jueces, a los fiscales, a los secretarios de despacho, a los sociólogos, a los antropólogos, a los historiadores, a los presos, a las víctimas de la justicia, a Asonal Judicial, a los usuarios del servicio, entre otros, para conocer sus necesidades y recomendaciones y poder así identificar las problemáticas y elaborar los proyectos de reforma constitucional o de Ley, necesarios para solucionarlas, como lo demanda a gritos el país, que carece de justicia. El trabajo de esa comisión debe durar, por lo menos, 6 meses.