Recuerdos de Navidad

Mis recuerdos de la Navidad son muy diferentes a los de muchos antioqueños. En 1963, cuando apenas alcanzaba mis primeros diez años, aquí, en la Bella Villa, nos dábamos cuenta de que se acercaba la Navidad, porque desde finales de noviembre escuchábamos el famoso jingle de Caracol ─ “…De año nuevo y Navidad, Caracol por su oyentes, formula votos fervientes de paz y prosperidad…”─, porque los grandes almacenes ponían a sonar los villancicos, más conocidos como: El tamborilero, Mi burrito sabanero, Blanca Navidad, Noche de Paz, Los peces en el río, El Chiquirritín, Campana sobre campana y porque adicionalmente las emisoras locales, también entretenían a sus oyentes con canciones como “Arbolito de Navidad”, “¿Dónde están los juguetes?”, “Feliz nochebuena”, “Faltan 5pa’ las doce”, “La víspera de año nuevo”, «El año viejo», etc.

Luego venía la noche de las velitas y todas las casas eran adornadas con farolitos o simples velas de colores, no solo en Medellín sino en todos los pueblos y las veredas de Antioquia y desde esa época, 6 a 8 de diciembre, ya se empezaban a colgar los chorizos, en las cocinas y en los corredores de las casas campesinas. Desde principios del mes de diciembre, en la mayoría de los hogares antioqueños, se elaboraban pesebres en los que, en su portal o en la gruta o en la cueva del pesebre, se colocaban, como decía mi padre, Agustín Jaramillo Londoño, quien amó, como el que más, a esta tierra antioqueña, a su pueblo y a sus costumbres, las figuras de la Santísima “…Virgen, siempre de rodilla, de San José, siempre de pies, de la mula y del buey. Siempre se habló de mula jamás de burro. El burro gracias a Dios, no se conoció jamás en Antioquia como bestia de carga.” y cerca del portal se colocaban las figuras de los tres reyes magos y de sus camellos y aún las figuras de los pastores con sus ovejas, iluminados por la estrella de Oriente, la que guio a los tres Reyes Magos al lugar donde nació el niño Jesús y el 25 de diciembre, se colocaba, en su cunita, al niño Dios recién nacido. Los paisas igualmente adornábamos los pesebres con aviones o soldaditos de plomo o con cualquier otro objeto que tuviéramos a mano, tales como espejos, patos, ovejas, etc. e igualmente, muchos de nosotros, armábamos y decorábamos el árbol de Navidad con la ayuda de los más pequeños, colocándole bolitas de colores, elaboradas con una especie de cristal, que parecían más bien bolitas de cascaras de huevo, por lo delicadas que eran, pues fácilmente se rompían y con extensiones de luces multicolores intermitentes.

El 16 de diciembre era el día de aguinaldos y muchas personas les reclamaban a mis padres el suyo; ese día se iniciaba la novena de aguinaldos, donde mis hermanos se armaban de palos, cucharas y panderetas, para acompañar, luego de las oraciones, los canticos “…Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!” Recuerdo que me gustaba leer la novena y la forma en que lo hacía, les arrancaba algunas risas a los presentes, por lo que mi madre siempre me regañaba y yo solo atinaba a decir, pero si los niños se entretienen. La novena es para los adultos, pero especialmente debe ser una fiesta para los niños.

Desde entonces muchos niños le escribían sus cartas al niño Dios, encargándole los regalos que querían, hoy muchos de ellos se los encargan pero a Santa Claus.

Recuerdo que desde el 16 de diciembre mi padre enviaba muchísimos regalos, sobre todo a los banqueros, a sus clientes y a muchas otras personas. A mi casa llegaban también muchísimos regalos de navidad, tales como anchetas, licores, etc; hoy a la mayoría de los hogares, con suerte, les llega una tarjeta deseándoles una feliz Navidad.

Con la novena empezaba el consumo de licores y de los mejores manjares de esta tierra: hojuelas, natilla, buñuelos, con miel de azahares, y para la cena de Navidad era famoso el pernil de cerdo, aunque en muchas familias, se reunían en una finca mataban un marrano, luego de hacerle un juicio y a comer chicharrón, morcilla, chorizos, longaniza, carne de cerdo y arepas se dijo. No obstante lo anterior en muchos hogares la cena navideña estaba compuesta, por ejemplo, por pernil, ensalada de papa y arroz con pasas. ¿Y porque tanto cerdo? Decía mi padre que “…Este pueblo paisa es marranero a morir. Eso nos viene del extremeño. No hay un hotelito, restaurante o fonda caminera donde no haya carne de cerdo, o chicharrones o chorizos; el más típico de todos los platos, los frisoles, solo se considera bien servido si tienen garra, es decir cuero y tocino de las patas de cerdo;…¿y de las arepas qué? Para el chorizo debe ser la arepa redonda, ya sea de maíz blanco la más común, o de maíz amarillo la más deliciosa, especialmente si es de pelao, vale decir, arepa de maíz pelao con lejía.» Las frisoladas y los sancochos y de Navidad también eran famosos.

Poco a poco hemos ido perdiendo nuestros valores y nuestras más caras tradiciones navideñas. Para mí la Navidad de ayer no es la Navidad de hoy.

Es una lástima que se haya perdido la costumbre del pesebre que fue reemplazada por la figura de Santa Claus, ello pues el nacimiento es una de las más bellas figuras del cristianismo, pues materializa la imagen, más hermosa, la de una familia ejemplar:  una madre sin tacha, María Santísima y un padre trabajador, más bueno que el pan, San José, quienes se alejan en su burrito hasta llegar a un portal en Belén, ello para evitar que el Herodes de la época asesinara a su hijo al momento de nacer, pues Herodes quería matarlo, para que no llegara a convertirse en el rey de los judíos, como lo habían anunciado los magos de oriente y en ese portal nació el divino niño.

La época de la Navidad es de reflexión, de tristeza, pero al mismo tiempo de alegría, de regocijo y por qué no decirlo de jolgorio; para pasarla en familia, rodeados de las personas que más queremos y a las que nos debemos.

Es de reflexión y de tristeza, pues al meditar en las difíciles condiciones del nacimiento del niño que vino a predicarnos el amor y en los sufrimientos de su sagrada familia, que huía hacia Egipto, no podemos igualmente dejar de meditar en los miles de niños de nuestra ciudad, de nuestro departamento y de nuestro país, que son abusados y explotados y que diariamente mueren de hambre y, en no pocas ocasiones, huyen de los Herodes de nuestros tiempos, quienes se roban sus alimentos, los recursos para su educación básica y profesional y ello nos lleva a reflexionar en la necesidad de aportar nuestro granito de arena, para aliviar un poco sus sufrimientos y sus angustias.

Amable lector haga algo por un niño o por un anciano desvalido en esta Navidad. Como decimos en Antioquia: cualquier cosita es cariño.

Feliz Navidad para todos.

Coletilla. – Señor alcalde, haga algo esta Navidad por los presos. Lléveles una cena y algunos artículos de primera necesidad. Piense en ellos e igualmente en los niños y en los ancianos desvalidos; la caja de epm solo debería ayudarles a quienes realmente necesitan esa ayuda, los menos favorecidos por la fortuna.