Al oído de los legisladores, de los laboralistas, de los trabajadores, de los industriales y de los comerciantes.
La idea del expresidente Uribe, la de reducir la jornada laboral, me parece muy interesante y creo que hay que empezar a estudiarla y, en lo posible, a implementarla, ello ante el crecimiento de la población y la tasa de desempleo, la cual podría oscilar en el 2021, según el Banco de la República, entre el 14% y el 16% y aun continuar “in crescendo”, pues es notorio el deterioro del comercio y del mercado laboral colombianos, debido a la pandemia. No obstante lo anterior soy optimista.
La propuesta para mí no es nueva pues, hace ya más de 15 años, la leí en un libro muy ameno y fácil de leer, de unas 377 páginas, cuyo autor es Jeremy Rifkin, titulado El fin del trabajo, título que no es el apropiado en español para esa obra, porque el libro no nos explica cuál es la finalidad del trabajo, sino que nos expone las razones por las cuales, según el autor, el trabajo se va a acabar, se va a extinguir y las posibles soluciones sociales a las problemáticas que ello traerá.
Él sostiene que “…Las máquinas inteligentes están sustituyendo, poco a poco, a los seres humanos en todo tipo de tareas, forzando a millones de trabajadores de producción y de administración a formar parte del mundo de los desempleados, o peor aún, a vivir en la miseria.” Y que “…En los sectores agrícola, manufacturero y de servicios las máquinas están sustituyendo rápidamente el trabajo del ser humano, y prometen una economía basada en una casi completa automatización para mediados del siglo próximo. La completa sustitución de los trabajadores por máquinas deberá llevar a cada nación a replantearse el papel de los seres humanos en los procesos y en el entorno social.” Lo anterior sumado a la globalización de la economía y a las nueva alianzas y reingenierías, al parecer, le concede la razón al autor.
Rifkin, quien es un tanto pesimista, considera que la globalización y la revolución tecnológica ─se refiere puntualmente a los robots y al software─ acabará con el trabajo de los obreros (cuello azul) y aun con el de los economistas y administradores, etc (cuello blanco), quienes serían sustituidos por los ingenieros mecatrónicos y de sistemas (cuello de silicio)
Y como ejemplo pone, entre otros muchos, el de los robots industriales, como los cajeros automáticos, los que según él en el pasado era una rareza y desde que él publicó su libro, hace más de una década, “…empiezan a ser algo absolutamente común en las ciudades y suburbios de los Estados Unidos, reduciendo significativamente la necesidad de cajeros humanos en las oficinas bancarias. Las máquinas reducen los tiempos de transacción, están disponibles veinticuatro horas al día, y operan a una fracción del costo de los cajeros humanos. «Un empleado de caja puede realizar 200 transacciones por día, trabajando 30 horas por semana, con un salario comprendido entre los 8.000 y los 20.000 dólares por año más beneficios extrasalariales, con descansos para tomar café, con vacaciones y con posibilidad de estar de baja por enfermedad… Por el contrario, un cajero automático puede hacer hasta 2.000 transacciones diarias, trabaja 168 horas por semana, representa un coste operativo de 22.000 dólares por año y no toma café ni tiene derecho a vacaciones.» Agrega que “…Los rápidos avances en la tecnología de los ordenadores, incluyendo el procesado en paralelo de la información y la inteligencia artificial, son los que con toda probabilidad harán que un gran número de trabajadores de «cuello blanco» pierdan su empleo en las primeras décadas del próximo siglo…” Nótese que el solo computador acabó con el trabajo de centenares de secretarias y mensajeros y por ello quien prologa el libro considera que “Cuando se instala una máquina, se despide a un trabajador”. Son muchísimos los ejemplos que la obra nos ofrece.
Y por ello entre las muchas soluciones que allí se encuentran, me llama la atención una que propone reducir, en lo posible, la jornada laboral a la mitad, reduciéndole la jornada laboral o el trabajo a todo el mundo, pero garantizándole igualmente el trabajo a todo el mundo, pero sin rebajarles el salario a los trabajadores, a quienes se les reduzca la jornada laboral; lo que les permitirá a todos ellos, tener una mejor calidad de vida; es decir, proceder en el tiempo que les liberarán, a: estudiar, escribir, ir al cine o a que le hagan un masaje, irse de vacaciones a cualquier centro recreativo, dedicarse a otras tareas, etc. Consecuencialmente, para este autor una de las actividades que más se fortalecerá, en lo porvenir, es la de los servicios, por ejemplo, los que prestan los empleados de hoteles, de bibliotecas, de centros de entretenimiento, de salas de masajes, de casinos (cuello rosado) y los de protección y seguridad para los ciudadanos (cuello de hierro). A falta que nos hace fortalecer este último cuello y de qué manera.
No es posible en una columna resumir todos los planteamientos y las propuestas del autor y por ello, con lo presente, solamente busco inquietar aún más al doctor Uribe, a los laboralistas, a los industriales ─ a los que la obra les ofrece muchas soluciones de reingeniería ─ y principalmente a los legisladores, pues como bien lo dice Robert L. Heilbroner quien prologó el libro que nos ocupa, esta obra “… debería convertirse en centro de un profundo y amplio debate a nivel nacional…” y por ello la describe “… como la introducción indispensable a un problema con el que nosotros y nuestros hijos tendremos que convivir el resto de nuestras vidas.”
Espero que nuestros legisladores estudien la propuesta del doctor Uribe y adicionalmente las que se consignan en la muy amena obra Jeremy Rifkin, como igualmente otros escritos que la critican. Esa obra la encontrarán en Español en el siguiente enlace (link), sin costo alguno para el lector, a saber:
https://pdfs.semanticscholar.org/7eaf/493d624f54c88e673efcd919e51eb4460a8f.pdf
¡Feliz año para todos!
José León Jaramillo Jaramillo es abogado litigante, reconocido columnista de opinión . Además, ha ocupado importantes cargos en los sectores público y privado, como que fue procurador general de la nación (e). Leer más.