¿Debe la Policía Nacional participar en política y adscribirse al ministerio del interior?

Rechazo a la propuesta del General Naranjo, la policía no debe moverse del Ministerio de Defensa.

Los partidos de izquierda y los mamertos, como Naranjo, quieren reformar a nuestro Ejército y a nuestra Policía, a nuestras fuerzas armadas, para politizarlas, corromperlas, desacreditarlas y anarquizarlas, porque saben que ellas son la mayor fortaleza de nuestra Democracia y porque adicionalmente saben que si logran hacerlo ello les facilitará a las FARC y al ELN ─ a los ejércitos paramilitares de los Castros ─ la toma del poder en Colombia.

Es increíble que un ex director de la Policía Nacional esté en contra de los intereses institucionales y del porvenir de la patria, como se colige de sus posiciones politiqueras, las que se identifican más con los intereses de las FARC y del ELN, que con los de las fuerzas armadas o con los de las gentes de bien. No es el momento para romper la unidad policial ni para debilitarla, corrompiéndola y politizándola, valga la redundancia, para que NO pueda enfrentar los graves problemas delincuenciales y las amenazas del comunismo y del crimen multinacional que se ciernen sobre el país y menos, en este momento. cuando la patria arde en llamas, por el accionar de los vándalos.

El doctor Ramón Elejalde Arbeláez, en columna titulada “Queremos soldados, no militantes”, sostiene que “Llevar a los cuarteles la disputa partidista es un craso error. Un ejército parcializado y politizado es una desgracia para la democracia…al ejército venezolano el presidente Hugo Chávez le otorgó el derecho a votar y de inmediato el pueblo de ese país perdió un árbitro de su destino. Hoy esos ejércitos son el sostén de una dictadura y el muro que le impide al pueblo ejercer la democracia libremente. La tragedia venezolana nos debe servir de espejo para no cometer semejante desafuero.” Y yo agregaría que esos mal llamados ejércitos, al abandonar su verdadera misión y voltear sus armas en contra del pueblo y en beneficio de una nación extranjera (Cuba), que es la promotora del tráfico de estupefacientes, de la minería ilegal y de toda suerte de delitos, dejaron de serlo y se convirtieron, entonces, en grupos armados al servicio del narcotráfico y del crimen multinacional organizado.

Alberto Lleras Camargo, en su famoso discurso pronunciado ante nuestras fuerzas militares, en el TEATRO PATRIA diferenció la política de la milicia, para asegurar que es necesario que las Fuerzas Armadas ─ dentro de las que se encuentra la Policía, se mantengan alejadas de la política, cuando afirmó: “…Yo no quiero que las Fuerzas Armadas decidan cómo se debe gobernar a la Nación, en vez de que lo decida el pueblo; pero no quiero, en manera alguna, que los políticos decidan cómo se deben manejar las Fuerzas Armadas, en función de su disciplina, en sus reglamentos, en su personal. Esas dos invasiones son funestas, pero en ambos casos salen perdiendo las Fuerzas Armadas. El desprestigio que cae sobre todo el gobierno no puede caer sobre una institución armada sin destruirla…La política es el arte de la controversia, por excelencia. La milicia, el de la disciplinaCuando las Fuerzas Armadas entran a la política lo primero que se quebranta es su unidad, porque se abre la controversia en sus filas. El mantenerlas apartadas de la deliberación pública no es un capricho de la Constitución, sino una necesidad de su función. Si entran a deliberar entran armadas. No hay mucho peligro en las controversias civiles, cuando la gente está desarmada. Pero si alguien tiene a sus órdenes, para resolver la disputa, cuando ya carezca de argumentos o pierda la paciencia, una ametralladora, un fusil, una compañía o las Fuerzas Armadas, irá a todos los extremos, se volverá más violento, será irrazonable, no buscará el entendimiento sino el aplastamiento, y todo acabará en una batalla. Por eso las Fuerzas Armadas no deben deliberar, no deben ser deliberantes en política. Porque han sido creadas por toda la Nación, porque la Nación entera, sin excepciones de grupo, ni de partido, ni de color, ni de creencias religiosas, sino el pueblo como masa global, les ha dado las armas, les ha dado el poder físico con el encargo de defender sus intereses comunes, les ha tributado los soldados, les ha dado los fueros, les ha libertado las reglas que rigen la vida de los civiles, les ha otorgado el privilegio natural de que sean gentes suyas quienes juzguen su conducta, y todo ello con una condición: la de que no entren con todo su peso y su fuerza a caer sobre unos ciudadanos inocentes, por cuenta de los otros«.

Ahora bien, si la traición y la deslealtad son propias de los politiqueros, la lealtad, para con sus superiores y compañeros de armas, es esencial en la vida militar, pues mantiene una unidad que debe ser monolítica y por ello Santos, el comandante traidor, el infiltrado, trabajó ocho años para destruirla y convertir a cada soldado en un ser traidor, ruin y miserable como él, pero no lo logró; aunque hizo mucho daño.

Con lo afirmado no pretendemos que no se investiguen los delitos de que de acuse a sus miembros, pues somos conscientes de que nuestro Ejército y nuestra Policía, como nuestras demás instituciones y como todos los colombianos, no escapan a la corrupción y a otros males que aquejan a la sociedad colombiana, pero los hechos delictivos de algunas de sus unidades deben ser investigados por sus jueces naturales, bien por la jurisdicción militar o por la propia fiscalía o disciplinariamente por las fuerzas o por la procuraduría pero no a través de circos mediáticos y menos por jueces gramcianos.

¿Entonces no hay que reformar a la Policía, ni al ejercito? Puede que sí, pero primero hay que reformar al congreso de malandros, de vándalos, quienes se apropian de la cosa pública y que no contribuyen en nada a la solución de los grandes problemas nacionales o a la rama judicial que no está administrando justicia o a la presidencia por sorda y por ocuparse de otros intereses que no son los del pueblo. El problema más grave del pais no es el de la policía.

Es más, el doctor German Vargas Lleras nos recordó en una de sus columnas, “…que Hace 60 años, Alberto Lleras Camargo abogaba por una Policía Nacional única, apolítica y profesional. Sostenía Lleras que los partidos extremistas tenían la consigna de llevar a organizaciones como la Policía y las Fuerzas Armadas a la anarquía y el desprestigio, lo que las hacía más vulnerables y de donde no podían salir victoriosas, porque “cuando se pierden la confianza, el respeto y el afecto se mina definitivamente a las instituciones”. (La negrilla y las subrayas son mías)

Estoy de acuerdo con el doctor Lleras, necesitamos una policía profesional e independiente. ¿Qué tal Petro nombrando policías a dedo o pagándoles favores políticos a los policías con ascensos? o ¿vinculando mingueros como policias? ¿Qué tal una policía cargando con droga a un ciudadano para hacerle un favor a un politiquero o transportando droga como en Venezuela? o ¿Qué tal nuestras fuerzas armadas combatiendo únicamente a las disidencias de las Farc que no les entregan la droga a los cubanos?

¿Por qué nunca se le ocurrió a Naranjo, cuando fue Director de la Policía esa ideota, la de presentar ese proyecto de reforma a la institución, contra cuyo prestigio antentó con su ridícula narconovela, de rambo imaginario?

¡Es la misma Policía Nacional y no sus asesinos quienes deben reformarla!

Coletilla Nro. 1. Hacemos responsable a Daniel Quintero Calle de toda la violencia y el vandalismo programados por el comunismo internacional, para destruir a Medellín y bloquear el ingreso de alimentos a esta ciudad, durante las Petro marchas “pacíficas” y, como es obvio, lo hacemos responsable de los hechos vandálicos de la Minga y de todos los muertos que arrojen las mal llamadas Petromarchas, mañana y el miércoles.

Coletilla Nro. 2. Petro, el incendiario, ahora dice que los responsables de todo este despelote son Duque y Uribe. Como buen mamerto se burla de la inteligencia de los colombianos de bien, pues cree que todos nosotros somos idiotas.

Coletilla Nro. 3. Las declaraciones de la médica caleña contra la Minga.-  Esas declaraciones desafortunadas, son el producto del miedo. No podemos olvidar que la Minga fue llevada a Cali para que aterrorizara a la población civil inerme y fomentara el ODIO y, como es obvio, la inseguridad se traduce en agresividad. Bien lo dijo alguien en Tweeter. “…El que en su momento de mayor temor, dolor, impotencia y rabia no haya hecho comentarios de ese tipo que tire la primera piedra. Más atroz el que aprovechó su momento más vulnerable y violentó su privacidad y la puso ahora en el ojo público para que…” la lapiden.