¿Un nuevo contrato social?

¡Nuestra democracia está amenazada!

¿Hay que institucionalizar a las primeras líneas y llevarlas al congreso? ¿Debemos crear grupos de autodefensas para defendernos del accionar criminal de los vándalos? ¿En qué momentos pueden ejercer su legítima defensa los policías, los militares y los ciudadanos atacados, sin razón, por las llamadas primeras líneas?

Es increíble que tenga que hacer estas preguntas.

¿Qué le pasó a Colombia? ¿Cuándo perdió el rumbo si venía muy bien, ello al finalizar el segundo gobierno de Uribe, presidente que finalizó con una gran aceptación popular? La respuesta es simple: todos sabemos cómo nos traicionó Juan Manual Santos Calderón, para hacer renacer a las narcoguerrillas y firmar un falso acuerdo de paz, el que, solo ha servido para fortalecer el accionar guerrillero y los esfuerzos de Cuba y del comunismo internacional, para poder implantar en Colombia otra dictadura comunista. ¡Nuestra democracia está amenazada!

Hoy no hay paz ninguna y las guerrillas siguen creciendo y delinquiendo, como que es igualmente cierto que se dispararon las hectáreas de coca, cercanas ya a las 250.000, mientras las guerrillas colombianas y el cartel de los soles siguen recibiendo millones de dólares, para continuar desestabilizado a las débiles democracias latinoamericanas y poder imponer, a las patadas, sus tiranías y proceder a saquear, entonces, a esos países como lo hicieron con Cuba, Argentina, Venezuela y Nicaragua.

Cansado el pueblo de todos los atropellos y de las mentiras de Santos, quien durante ocho años se gastó millones en medios, para desprestigiar a Uribe y sembrar el odio entre los colombianos, para dividirlos aún más, eligió a Duque y no ha Petro, pero éste último, un pésimo perdedor, no lo ha dejado gobernar un instante siquiera y todo lo que hace o propone como solución a las distintas problemáticas que enfrentamos los colombianos, es dañino para la democracia, para la salud, para la economía y el bienestar de los colombianos ─¿Qué tal su última propuesta, propia de Gabriel Antonio Goyeneche, la de que el Banco de la República imprima 15 billones para repartir entre los más pobres?, propuesta que me demuestra que Petro no conoce siquiera la historia económica de nuestro país, ni los daños económicos que una medida como esas nos generaría─ y a todo lo anterior, sumémosle los paros y marchas permanentes, las que sus organizadores, unos malandros, dicen que son pacíficas, pero los resultados son los que lega la barbarie, pues para incendiar al país, Petro y sus amigotes comunistas, crearon unas organizaciones paramilitares violentas y criminales, denominadas “primeras líneas”, financiadas por el narcotráfico, de las cuales forman parte jóvenes guerrilleros, gamines, vendedores de drogas, miembros de bandas criminales y demás desadaptados, que marchan con estrategias guerrilleras y que utilizan además de cascos y escudos: machetes, cuchillos, cocteles Molotov, papas bomba ─con monedas y clavos─, piedras, ácidos, alambres que colocan entre postes y algunos armas de fuego, para asesinar a los policiales.

Estos salvajes han torturado y asesinado a policías en varias ciudades, como en Cali y en Bogotá. En uno de sus puestos de control en Bogotá, estas bestias además de atacar a las ambulancias, lapidaron a otros dos agentes, quienes no les ofrecieron la menor resistencia y asesinaron igualmente a un ingeniero con uno de esos cables mortales, típica conducta terrorista, entre otras muchas felonías, pues han: destruido ambulancias y causado varias muertes de bebés, incendiado hoteles, edificios públicos, palacios de justicia, atacado y destruido juzgados, notarías, oficinas de defensores de derechos humanos, bancos, semáforos, estatuas, saqueado establecimientos de comercio, destruido medios de transporte, estaciones de policía y participado, con los comunistas del denominado comité de paro, en los bloqueos criminales que le causaron al país pérdidas por más de 11 billones de pesos y la pérdida irrecuperable de algunas empresas y de distintos empleos. Me quedo corto y por ello vale la pena hacer un inventario documentado y cuantificado de los daños y perjuicios que sufrió el país, para la memoria histórica.

Y ¿es que los comunistas son la mayoría en este país? No. Y ¿acaso los de la primera línea son la mayoría de los jóvenes marchantes? Tampoco. Esas bestias en Bogotá son unos 200 jóvenes violentos, con los que no se debe negociar. No podemos aceptar más extorsiones de las minorías y por ello rechazo la conducta de la alcaldesa de Bogotá, quien, como buena mamerta, está empeñada en fortalecer, como sea, a la primera línea criminal; no falta sino que la UNP les suministre camionetas blindadas para que patrullen a Bogotá.

Yo me pregunto ¿y los derechos de las mayorías que cumplimos el pacto social, quienes que hemos sido atacados en nuestra integridad física y visto perecer nuestros bienes en las vías, dónde están? ¿Quién o quiénes los defienden?

¿Dónde están los derechos de nuestros militares y policías? ¿Desde cuándo se volvió un derecho fundamental el de marchar violentamente, en contra de lo ordenado por la constitución y el de destruir todo los que los vándalos encuentren a su paso? ¿Desde cuándo se volvió un derecho fundamental el de atacar, lesionar y aun el de asesinar policías? Recuérdese que la Sala Civil de la Corte le ordenó a la policía no usar armas para defenderse, pero no cuestionó ni ha cuestionado siquiera las armas que utilizan los agresores de la primera línea, ni ha condenado, tampoco, los crímenes atroces que estos y el mal llamado comité de paro han cometido. A mal que estamos.

Los policías y militares no tienen por qué sufrir estos atropellos y menos por los conflictos que están desatando algunos senadores y parlamentarios entre otros servidores públicos, de la peor calaña.

Hay que sacar adelante la ley antidisturbios y antivandalismo. En la que debe establecerse cuándo comienza y cuándo termina el derecho de los policías para ejercer su legítima defensa, con las armas de la república, ello porque en Colombia lo que no está reglamentado al detalle no se cumple o se interpreta como al operador le venga en gana. ¿Si a un policía, le lanzan un cóctel Molotov sus compañeros no deben reaccionar? ¿Si ese policía se defiende con un escudo y lo atacan a machete, se debe dejar cortar la cabeza? ¿Qué imbéciles arribaron a estas conclusiones, los nuevos senadores y parlamentarios guerrilleros o los jueces Gramscianos, quienes son igualmente unos delincuentes? En cualquier país del mundo a la Policía y al Ejército se respetan. A los desadaptados no les asiste el derecho de ejercer violencia en contra de los servidores oficiales, ni en contra de ningún otro ciudadano o de sus bienes. ¡Salvajes!

Creo que los banqueros, los industriales, los comerciantes y los habitantes de la ciudad, debemos obligarnos a comprar unos bonos de seguridad, para fortalecer a las empresas de vigilancia con 1.000 hombres adicionales en las grandes ciudades, para que reaccionen en defensa de la vida de nuestros compatriotas y muy especialmente de los policiales y de los bienes de todos los colombianos, ello en frente de los ataques vandálicos de las tales primeras líneas guerrilleras, esa es una forma de generar empleo y de aportar solución a estos ataques criminales, dirigidos por las guerrillas urbanas.

Todos tenemos que aportar en defensa de nuestro país, pues al parecer los únicos que están haciendo la tarea que les corresponde, la de promover el caos, para destruir la democracia y la economía colombianas y poder implantar el comunismo en este país y saquearlo, son los dirigentes de izquierda. Los demás dirigentes, tanto políticos como empresariales, están de espaldas al país, pues poco o nada les importa su suerte. ¿Solo les interesa ganar dinero, para huir del país?

Cada uno de ellos y de nosotros debemos hacer la tarea que nos corresponde para defender a Colombia, como nos lo recomienda en su hermosa columna de hoy Elbacé Restrepo, quien nos recuerda la fábula del colibrí. Les recomiendo leer esa columna:  https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/haz-tu-parte-AH15212516%20idart=

¡Dios salve a Colombia!