La plaga de los falsos testigos

…Luis Alfredo Ramos es un hombre respetable, un ciudadano que ha servido al país y a Antioquia. Una condena con dos votos y un disidente se basa principalmente en testimonios de testigos de oídas. Un magistrado recusable por manifiesta animadversión y un proceso cuestionable por no respetar el debido proceso, según lo confirmó la Corte Constitucional en su momento. Luis Alfredo encarna los mejores valores de la República cristiana contra la cual operan oscuros intereses.” Martín Alonso Pinzón, exgobernador de Bolívar.

Comparto esa opinión y consciente de que los falsos testigos, bien lo sean directos o de oídas, no pasan de ser unos bellacos, que tanto daño y desprestigio le siguen trayendo a la justicia colombiana, decidí hacer esta nota sobre ellos, así caiga en saco roto.

Un testimonio de oídas no puede ni debe utilizarse como plena prueba para acusar como lo viene haciendo la fiscalía y mucho menos para condenar como lo viene haciendo la Corte, pues apenas si es un hecho indicador que demanda, por lo menos, que se oiga el testimonio del verdadero testigo directo, el testimonio de la persona de la cual el supuesto testigo de oídas oyó la versión de algún hecho o el relato de algunos hechos criminales.

Si quien es vinculado a un proceso como testigo asegura que oyó de otra persona el relato de unos hechos punibles ─ testigo de oídas─ debe examinarse su deposición como fuente indiciaria, pero si posteriormente la persona que supuestamente fue el testigo directo de esos hechos comparece a declarar y en esa diligencia demuestra plenamente que el testigo no lo fue de oídas siquiera, sosteniendo que ese testigo de oídas no pudo haber oído ese relato de sus labios el día en que aseguró haberlo oído, por encontrase él, el supuesto testigo directo, en otra parte y si de paso demuestra que él tampoco fue testigo directo de los hechos criminales que relató el testigo de oídas e igualmente prueba, con documentos, que adicionalmente las demás personas, que se involucran en otro relato de ese hampón, tampoco estaban en ese lugar en que el testigo de oídas ─ para ese último relato testigo directo─ es absolutamente inadmisible que la fiscalía y la procuraduría, como sucede hoy en día en una escandalosa, vitrinera y politiquera “investigación”, le den plena credibilidad a la deposición de este falso testigo, de ese fabulador, de este testigo de nada, por razones políticas, para acusar, pues ello raya en el prevaricato.

Un testigo, como bien lo decía uno de mis profesores, es únicamente quien observa la acción de los hechos y su testimonio es realmente enriquecedor para una investigación si éste depone prontamente, pues el transcurso del tiempo hace que el testigo olvide y aun que fabule algunos detalles, como lo explica la ley de la latencia, en veces influido por la prensa corrupta.

Otra víctima de esta plaga de hampones fue el doctor Ramón Elejalde Arbeláez quien escribió, una columna sobre un falso testigo fabulador que lo puso contra las cuerdas judiciales, durante largos años y de la cual cito unas cuartillas: “… Me vio en reuniones con personajes que jamás conocí, en lugares que no existen, en fincas que su mente creativa inventó, me agregó familiares inexistentes y me describió completamente distinto a como soy físicamente. Las indagaciones preliminares caminaron sin mi presencia y sin que estuviera enterado de semejantes relatos, más dignos de Macondo que de un expediente en una investigación seria….fui llamado a versión libre por la …Corte y leí los cargos, no sabía si sonreír o llorar. Me enteré con asombro de las dos versiones que había rendido el delincuente y fantasioso personaje. Obvio, desvirtué una a una las treinta y nueve mentiras expresadas por el personaje y allí mismo pedí la posibilidad de que mi abogada lo interrogara… Se sostuvo en todas las mentiras, no corrigió ninguna. Todas, ya desvirtuadas en mi deposición y probadas con contundentes documentos escritos. … La Corte fue exhaustiva en su investigación que duró cerca de siete años, … Lo triste de todo esto es que a ese señor lo he visto citado en procesos famosos como testigo estrella.  ¿Cuánto le valen al Estado estos procesos falsos? ¿Cuántas libertades están hoy truncadas por la manguala que hacen y las historias que inventan algunos delincuentes en sus lugares de reclusión, para lograr favores de la justicia? ¡Qué susto!” 

Con este enlace puede leer la columna completa del doctor Ramón Elejalde Arbeláez:  https://juanpaz.net/contracorriente-los-testigos-falsos/

Y la cereza del postre, para terminar esta columna, fue el testimonio que en contra de Alberto Rafael Santofimio Botero, rindió el hampón de John Jairo Velásquez Vásquez, deposición en la cual se fundó la sentencia de la Corte para condenarlo. Sentencia que aún no logramos entender, pues la cercanía de Santofimio con Pablo fue muy corta y adicionalmente porque el político liberal se convirtió en objetivo militar del capo en el momento en el que lo expulsó de su movimiento político.

El Tribunal de Cundinamarca absolvió al doctor Santofimio por haberle listado 33 mentiras en sus deposiciones al hampón de Popeye, testimonios que esa alta corporación excluyó como pruebas y adicionalmente porque esas deposiciones eran contradictorias entre sí, sobre todo las relativas a los motivos del magnicidio y porque todas ellas estructuraban una duda razonable y acogerlas iría en contra de la Ley, de las enseñanzas y de las recomendaciones de los grandes maestros del derecho penal para valorar un testimonio.

Este hampón, Popeye, declaró, entre otras cosas, las siguientes que cito a título de ejemplo: “…Alberto Santofimio Botero no tuvo ninguna participación en estos hechos, incluso él para volver a Antioquia se demoró varios años…” (C20 Fls 280) y más adelante a folios 283 se lee otra de sus respuestas sobre el particular:“…A mí me quedaría muy fácil en esta diligencia, decir que fue equis o ye político, quien intrigó para la muerte de Galán, pero la verdad es la verdad. Yo toda la muerte de Luis Carlos Galán Sarmiento, la sé completita y ningún político ni conservador ni liberal, ni de izquierda, tuvo que ver intelectualmente o con un solo comentario en la muerte de Luis Carlos Galán.” (C20 Fls 283) y en su audiencia de sentencia anticipada, dijo: “…En su relato me hace ver como un testigo que está ocultando a políticos, paramilitares y a otras personas vinculadas al homicidio, mi sometimiento es sincero y yo no puedo venir acá a vincular a personas que no tengo la certeza de que participaron en el homicidio del Dr. Luis Carlos Galán, yo solamente declaro, confieso y colaboro con lo que haya visto y oído…” y en la ampliación de su indagatoria agregó, refiriéndose a Santofimio: “…La relación de este doctor con Pablo fue estrictamente política…” Posteriormente y de manera inexplicable, muy extraña, le ofreció un nuevo testimonio al fiscal de la época, emparentado con los Galanes y cuando se la recibieron éste testigo interesado en las resultas del proceso, aseguró que no dijo la verdad por miedo, pero que ésta estriba en que Santofimio fue el “determinador” de la muerte de Galán.  No sabíamos que Popeye era penalista. Amable lector si quiere conocer los argumentos del doctor Santofimio y de uno de sus abogados para insistir en su inocencia o si usted es penalista, le recomiendo leer la obra, El Holocausto Judicial Contra Santofimio, del doctor Edgardo Ramírez Polanía, de la cual tomé los testimonios. (Librería Nacional.Bogota o Caza de Libros IBAGUE. Barrio Interlaken.Telefono 310 8590495)

Respaldo la posición del Tribunal de Cundinamarca, pues los testimonios contradictorios o mentirosos de cualquier testigo también deben rechazarse, como lo hizo dicho Tribunal en el caso de Santofimio, pues como bien lo aseguraba Jaime Balmes: “…Así es que el reo que dice la verdad dice siempre lo mismo; el que miente incurre en frecuentes contradicciones: en lo cual se funda el arte del Juez para descubrir la verdad en medio de las imposturas con que la encubren las mañas del crimen, o quizá la timidez de la inocencia…” (Curso de Filosofía Elemental); posición en la que lo acompaña Mittermaier, cuando asegura que “…La deposición del testigo debe ser persistente: es preciso que en los diversos interrogatorios que se hagan, su palabra sea siempre la misma, exenta siempre de contradicciones o de perplejidades. En efecto, el que ha observado exactamente debe a cada momento reproducir en los mismos términos lo que ha visto; al contrario, la mentira se descubre involuntariamente por las notables diferencias en las declaraciones dadas en diversas épocas acerca de las mismas circunstanciasY por ello nos aterra a los abogados que la Corte acepte esas declaraciones de fuente sucia como respetables para condenar.

Cuando la política desplaza a la academia en la jurisdicción, la sociedad no tiene salvación e irremediablemente queda condenada a soportar una dictadura sangrienta e inmunda.

 Apague y vámonos.