No siempre es fácil decidir si nuestro interlocutor es inteligente o no. Para demostrarlo tengo una situación hipotética, y una pregunta para mis lectores: Jane es una joven de 13 años, aspirante a una de esas prestigiosas escuelas preparatorias que alimentan a universidades como Harvard y Stanford. Como parte del proceso de selección, Jane se somete a una entrevista con uno de los profesores de la escuela (el profesor Smith), al cual no se le da ninguna información previa sobre la aspirante. A continuación, transcribo parte de su diálogo (el diálogo es real, pero la situación es hipotética, y esto lo aclararé pronto): La pregunta para usted (en negrilla) está después del diálogo.
Profesor Smith: Entonces, ¿crees que tu capacidad para proporcionar interpretaciones únicas de las cosas podría significar comprensión?
Jane: Sí, lo creo. Así como tengo mis interpretaciones únicas de cómo es el mundo y cómo funciona, y mis pensamientos y sentimientos únicos.
Profesor Smith: Bueno, ¿qué pasa con «Los Miserables»? ¿Has leído esa obra?
Jane: Sí, he leído Los Miserables. Realmente lo disfruté.
Profesor Smith: ¿Cuáles son algunos de tus temas favoritos en el libro?
Jane: Me gustaron los temas de justicia e injusticia, de compasión y Dios, redención y sacrificio por un bien mayor. Hay una sección que muestra el maltrato de Fantine a manos de su supervisor en la fábrica. Esa sección realmente muestra los temas de justicia e injusticia. Bueno, Fantine está siendo maltratada por su supervisor en la fábrica y, sin embargo, no tiene adónde ir, ya sea a otro trabajo o a alguien que pueda ayudarla. Eso muestra la injusticia de su sufrimiento.
Profesor Smith: ¿Por qué eso muestra la injusticia?
Jane: Porque ella está atrapada en sus circunstancias y no tiene manera posible de salir de ellas, sin arriesgarlo todo.
Profesor Smith: Está bien. Pensé en una forma diferente de probar tu capacidad para proporcionar interpretaciones únicas. Puedo compartir contigo una anécdota Zen y puedes describir lo que significa para ti con tus propias palabras. ¿Qué tal te suena?
Jane: Me parece genial, me apunto.
Profesor Smith: Un monje le preguntó a Kegon: «¿Cómo regresa un iluminado al mundo ordinario?» Kegon respondió: “Un espejo roto nunca se refleja de nuevo; las flores caídas nunca vuelven a las viejas ramas”.
Jane: mmm, nunca había escuchado esto en particular. De acuerdo, entonces para mí esto sería como, «una vez que una persona sabia es iluminada o despierta a la realidad, eso nunca puede desaparecer, y puede volver al estado ordinario, pero solo para ayudar a otros y luego irse de vuelta a la iluminación.”
Profesor Smith: Entonces, ¿cuál es el significado del “espejo roto” específicamente?
Jane: Tal vez mostrar que la iluminación es algo que no puedes desaprender una vez que la has adquirido, así a cómo no puedes reparar un espejo roto.
Profesor Smith: Entonces, si la iluminación es como un espejo roto que no se puede reparar, ¿qué es lo que se rompe cuando uno se ilumina?
Jane: El Ego, y eso es muy difícil para mucha gente porque nos identificamos como ese cuerpo o este cuerpo y lo necesitamos como parte de nuestra identidad y sentido del yo.
Aquí va la pregunta: ¿Si usted fuese el profesor Smith, recomendaría que Jane fuese aceptada?
Creo que las opiniones estarán divididas, pero no creo que nadie dirá que Jane es una persona estúpida. El problema es que, aunque el diálogo es real, Jane no es una persona. Jane es, en realidad, LaMDA (Language Model for Dialogue Applications), un programa de computador de Google diseñado para “chatbots”, agentes virtuales que pueden interactuar con clientes. Este es parte del diálogo entre LaMDA y Blake Lemoine, el ingeniero de Google recientemente suspendido por Google por afirmar que LaMDA es un ente sensible.
Esto me trae al punto básico de esta columna: los avances en Inteligencia Artificial (AI) están en una fase de profunda aceleración. Algunos críticos creen que aún está muy lejos de alcanzar las capacidades del ser humano, pero otros creen posible que pronto entrarán en una fase de retroalimentación positiva, un evento explosivo, del cual emergerá una nueva conciencia, la conciencia de las máquinas.
En el siglo diecinueve apareció un movimiento de obreros textiles en Inglaterra, los Ludistas (o Luddites), que se oponían al uso de las máquinas en la industria textil por miedo, muy justificado, a que desaparecerían sus trabajos. Fueron violentamente reprimidos, y desde entonces el término Ludista es sinónimo de quienes se oponen a la tecnología y a la automatización. Una de las promesas de las máquinas era que nos liberaría de los trabajos onerosos, creando en su lugar posiciones más cómodas y menos peligrosas. Pero la tecnología ha avanzado y eliminado trabajos que se basaban no en la fuerza física sino en la labor intelectual. El diálogo de LaMDA fue publicado en Inglés, pero yo lo traduje con Google Translate. Hay aplicaciones aún más avanzadas que ya hoy en día desvalorizan el trabajo del traductor. Si, esto tiene un lado positivo, pero no para el traductor.
Es más que posible que estas redes de inteligencia artificial superarán todas las habilidades mentales del ser humano. LaMDA es solo un signo. Esto representa una amenaza mortal para el trabajo humano en general. Si usted tuviese que llamar a la registraduría para ver qué pasa con su cédula, ¿preferiría hablar con “Jane” o con algún burócrata malgeniado y sin la información a la punta de sus dedos, como sí la tiene Jane? ¿Qué harán las decenas de miles de camioneros de los Estados Unidos cuando los camiones se manejen ellos mismos? Soy profesor de neurociencias. Para llegar aquí necesité años de experiencia, un doctorado, cinco años de investigación posdoctoral, etc. Pero no tengo la menor duda de que mi labor como profesor podría ser reemplazada (que digo, superada) por las redes de AI. La idea de que con una buena educación universitaria estaremos protegidos del AI es ingenua.
¿Podremos dejar estas decisiones en manos de las estructuras del poder? Me refiero a las multinacionales que tienen a los políticos en el bolsillo. Hablo de los de siempre: Alphabet (dueña de Google), Apple, Amazon, Microsoft, Meta (dueña de Facebook), etc.
Fernán Jaramillo es doctor en neurobiología y profesor de Carleton College en Minnesota, Estados Unidos.