La toma del poder judicial colombiano por la izquierda castrista

Los que contamos ya con edad suficiente para ser población de riesgo en tiempos del covid-19, recordamos, con lágrimas y con profundo dolor de patria, la mal llamada “Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre”, nombre con el que abusivamente y con el mayor cinismo, la bautizó el grupo de asesinos del M19 uno de los tantos ejércitos criminales e irregulares al servicio de los Castros ─, que fue contratado por los narcotraficantes nacionales, socios de los Castros, para tomarse, a sangre y fuego, el palacio de la justicia y quemar los expedientes que se tramitaban en la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia y para forzar a los magistrados a juzgar y a condenar, públicamente, al presidente Betancur y a su gobierno y, para ello, secuestraron a los señores magistrados que allí se encontraban.

Esa toma, la del 6 de noviembre de 1985, se resolvió de la forma más cruenta posible y ello arrasó, lamentablemente, con la Corte entera y con el palacio, pues el Ejército y la Policía, cansados de las humillaciones que les había causado ese grupo guerrillero ─ como cuando éste se tomó, en 1980, la embajada de la República Dominicana y secuestró al cuerpo diplomático acreditado en Colombia para extorsionar al gobierno─, al enterarse de esta nueva acción demencial, enviaron a sus unidades a ese lugar, las que empezaron sus labores por devolver los fuegos provenientes del palacio, donde se encontraban atrincherados los guerrilleros, quienes pensaban que secuestrando a los magistrados coronarían sus torcidos fines, hasta que se desató un operativo de retoma improvisado, con el accionar combinado de la Policía y el Ejercito Nacionales, quienes recurrieron hasta utilizar tanquetas cascabel, para abrir a cañonazos las paredes y la puerta principal del Palacio. Uno de esos cañonazos pegó en el tercero o cuarto piso, para eliminar a una guerrillera que disparaba a rabiar, con una ametralladora punto 50, a todos los que se arrimaban a la puerta de esa edificación judicial, convencidos de que se volverían a burlar del país y que con ello mejorarían su posición negocial.

A ellos le salió el tiro por la culata y a los colombianos nos brotaron las lágrimas, al enterarnos de que los magistrados fueron sacrificados a tiros dizque en nombre de la revolución. ¿De cuál revolución? Una de esas que promueve el pirata caribeño, para saquear los países en su propio beneficio, repartir la miseria, el dolor y el hambre entre sus habitantes, que es lo que sucedió en Cuba, la isla tugurio, la isla prisión; en Venezuela, país que los mamertos convirtieron en otro tugurio de violencia, hambre, dolor y lágrimas; en Nicaragua, ibidem; en el Ecuador que trata de sacudirse de ese yugo; en Bolivia, la que igualmente lucha por sacudirse del indio malevo; en la Argentina, la que dejó de ser un país del primer mundo para serlo del tercero y ello en menos de un siglo y sin que podamos olvidar que, los mamertos, casi acaban con el Brasil. En Colombia, todo lo mantienen patas arriba.

Ese ataque terminó con la última Corte honesta, proba y justa en Colombia, pues las que le sucedieron, no han sido Cortes sanas, más bien cortesanas, y mucho menos supremas, pues no le han servido a la justicia sino a oscuros intereses políticos antidemocráticos.

Pero, lamentablemente esa no es la única toma de la justicia que la izquierda y sus guerrillas de escritorio han perpetrado.

Las guerrillas criollas y sus jefes cubanos, aprendieron bien las lecciones del filósofo Marxista italiano Antonio Gramsci Marcias, las de llegar al poder a través de todas las formas combinadas de lucha y aplicando la estrategia del comején, la de ir apoderándose, poco a poco, de las instituciones democráticas, para demoler con ellas al Estado desde adentro (caballos de Troya), sin abandonar claro está la lucha armada, nutrida por dineros obtenidos de cualquier manera, principalmente del narcotráfico y de la minería ilegal, pues para la izquierda el fin justifica cualquier medio por inmoral o criminal que sea.

Infiltraron al ejército y para la muestra un botón: Un primo de Timochenko llegó a ser general y jefe de inteligencia y luego se supo que era un infiltrado. El mismo Chaves era un infiltrado de los cubanos. Infiltraron a la Policía, a la salud, a la educación, a la presidencia de la república, a través del comandante Santiago, quien se defecó en el país, lo que piensa volver a hacer su socio y gran amigo, el Cacas; a la justicia, a la educación y a los medios de comunicación y este gobierno sonso mantiene relaciones aun con Cuba. ¡Qué falta de carácter!

¿Qué predicaba Gramsci? Éste fundamentó su posición en la palabra “hegemonía”, figura con la que buscaba dominar a la población por medio de la legitimación política, infiltrando, para lograrlo, el comunismo en las instituciones educativas (colegios y universidades), ─ labor adelantada en Colombia por Fecode, la nacho y otras universidades aun de derecha─ ello a través de la imposición de la ideología de género y de los principios de izquierda y, sobre todo, en la judicatura, no por la fuerza y la violencia sangrientas, como tradicionalmente lo había hecho el comunismo salvaje, que solo encontramos, hoy en día, en los países más subdesarrollados del planeta, como en Cuba o en Venezuela, con el fin de que la clase obrera adelante la tarea de igualarnos a todos los hombres. Lo cual es una gigantesca estupidez para justificar su criminal accionar, pues la clase obrera no hace sino trabajar y no decide nada, ni iguala a nadie, pues permanece reprimida y mucho más en una tiranía mal llamada del proletariado. Son los Castros, los Maduros y los Petros quienes adelantan la política de tierra arrasada, en su propio beneficio económico y en el de sus familiares. ¿Qué hizo la clase obrera cubana o la venezolana para acabar con esos países? ¡Nada!. La clase obrera no tiene la culpa de nada, es una víctima de los comunistas.  Fueron los planes de los camaradas Castro, Chaves y Petro, los que, puestos en marcha, actuaron sobre sus países como lo hacen los ácidos del estómago sobre la comida y ahí están los resultados. Todo ello sin que pueda pasar por alto a Asonal Judicial, entidad que lucha por ideologizar la rama y tratar de mantenerla paralizada con ideas de izquierda, en vez de dedicarse a defender los derechos laborales de los servidores judiciales.

Gramsci, sostenía que los abogados y los jueces son instrumentos políticos de las oligarquías y que los nuevos jueces y magistrados y abogados deben, por el contrario, acelerar la revolución ideologizando y parcializando sus fallos, estirando las normas como un caucho o mal interpretándolas, para contribuir a la lucha revolucionaria.

Con las lecciones Gramscianas, ya no solo la Corte Suprema de Justicia ha sido tomada, pues, con honrosas y contadas excepciones, todo el poder judicial ha sido cooptado. Esa toma viene ocurriendo desde 1991, pues, desde entonces, la “justicia” ha venido alejándose lenta e imperceptiblemente, como un aluvión, del imperio de la constitución y de la Ley, dejando al descubierto un territorio inhóspito, habitado por comunistas camuflados que dejan al descubierto sus pretensiones en fallos politizados, sesgados y encaminados a afincar el poder guerrillero.

En efecto con la reforma constitucional de 1991, vino el rediseño de la administración de justicia, en cuyos hombros se delegaron los procesos electorales de altos funcionarios estatales y por esa puerta entró la corrupción y con ella se materializó la prostitución de la justicia. Se perfeccionó con los primeros Magistrados de la Corte Constitucional que llenaron la jurisprudencia nacional de sentencias progresistas más dirigidas a la demolición de los principios de autoridad, cohesión nacional, respeto a la autoridad, a la familia, al derecho a la vida y al Estado de Derecho, para fundar una escuela de activismo judicial que trocha mocha ha venido acabando con el imperio de las leyes, para debilitar a la fuerza pública y a otras instituciones, instaurando así de facto el gobierno de los jueces mamertos.

El aluvión de la lenta toma de la administración de justicia tiene unos desagües muy importantes.

Uno de ellos es el proceso del concurso para el ingreso a la carrera judicial, pues durante muchos años ha sido feudo propio de los marxistas de la Universidad Nacional, quienes elaboran los exámenes de ingreso y de muchos de los manuales para la formación de los Jueces y que son utilizados por estos utilizados por estos en la segunda fase del proceso de selección: el curso-concurso; asi que el proceso sesgado de selección y formación judicial fue cooptado por la izquierda. Un concursante con una formación filosófica diferente difícilmente podría escoger la solución “acertada” de un examen diseñado por la nacho de forma ideologizada o en caso de aprobar el examen, le sería prácticamente imposible superar un curso o un concurso dictado o elaborado utilizando módulos igualmente ideologizados.

Otro canal para la huida de la justicia, lo constituye el proceso de elaboración de listas de candidatos para Magistrados de Altas Cortes, efectuada por la muy politizada e ideologizada Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, donde han ido enquistándose algunos personajes de oscuro proceder, con cuestionables vínculos con guerrilleros nunca arrepentidos, ellos mismos por largo tiempo agazapados en cargos judiciales. Esas listas envenenadas que se remiten luego a la respectiva corporación judicial para que elija al que va de antemano con visto bueno de los sectores “progresistas”, alinderados, en las otras Cortes, en una telaraña inmoral de yo te elijo para que me elijas o elijas a mi cofrade.

Ello sin contar con la toma abierta y rápida del tribunal especial hecho a la medida de los guerrilleros, la JEP, siniestra cueva de Rolando donde solo se podía acceder si se contaba previamente con el aval de la mesa de la Habana.

Pero eso no es lo más grave, en Colombia. El eterno, mamerto eirresponsable gobierno anterior, descuidó la justicia totalmente, tolerando que jueces de izquierda se dedicaran a nombrar como nuevos jueces a abogados ideologizados y parcializados.

Dicho fenómeno lo ha palpado hasta nuestra Corte Constitucional, pues en la sentencia C365/00, se lee, en lo pertinente: Para efectos de atender en debida forma tales compromisos y así lograr el valor superior de una recta administración de justicia, esta última “debe descansar siempre sobre dos principios básicos que, a su vez, se tornan esenciales: la independencia y la imparcialidad de los jueces quienes, por expreso mandato Superior, son autónomos en sus decisiones y solamente se encuentran sometidos al imperio de la ley…”“La vulneración de los derechos fundamentales por parte de servidores públicos que actúan sin fundamento objetivo y razonable, y obedecen a motivaciones internas, desconoce la primacía de los derechos inalienables de la persona (CP art. 5), la protección constitucional de los derechos fundamentales (CP art. 86) y la prevalencia del derecho sustancial (CP art. 228). En caso de demostrarse su ocurrencia, el juez de tutela deberá examinar la pertenencia del acto al mundo jurídico y proceder a la defensa de los derechos fundamentales vulnerados en el curso de una vía de hecho por parte de la autoridad pública”.

Y la toma total del poder judicial se llevó a cabo y con ella lograron el control jurisdiccional de las labores del legislativo y del ejecutivo, la entrega de la espada de Temis, la diosa de la justicia, para ser usada como instrumento de venganza, el despojo de su venda para distinguir bien quienes son los correligionarios en el proceso de la toma del poder, a esos se los deja en libertad de forma que sea expedita su fuga, se les archivan procesos, se les anulan pruebas obtenidas legalmente, pasan de investigados a víctimas, su procesos son reservados o nunca se inician, o, por el contrario, ver igualmente a quienes hay que abrirles procesos penales en momento electorales claves, no sea que puedan llegar a ganar las elecciones y, por lo tanto, a ellos les imponen condenas, fundadas en testimonios falsos de algunos criminales, los que valoran como creíbles y como que hubieran sido depuestos por personajes probos e impolutos o se les imponen medidas de aseguramiento innecesarias, absteniéndose de decidir las suerte de aquellos.

La lenta toma del poder judicial ha tomado años, ha sido velada y subrepticia, han pasado desapercibidas las sentencias que podían anunciarla. Sigue ahora una no tan lenta y mucho más visible toma del poder legislativo, con la complicidad de las curules cedidas gratuitamente en el falso y mentiroso proceso de paz, otra diestra jugada de las formas combinadas de lucha y de la traición de Santos, utilizando millones de dólares del narcotráfico, para arrodillar con ello con ellos a la prensa nacional, sobre todo a la que controlan los españoles infames, a los partidos políticos, a algunos sectores de la iglesia y hasta a algunos cuadros de las cúpulas militares y de policía. Lo que tocan los Castros o Santos lo pudren, lo corrompen.

¿Cómo vamos a evitar que en un país tan CORRUPTO como el nuestro, la guerrilla, con los millones de dólares que tiene del narcotráfico, corrompa aún más a la podrida, deshonesta y enmermelada maquinaria electoral colombiana, para acceder al poder y que apenas lo alcance, se dedique a expropiarles a nacionales y extranjeros sus bienes, para establecer como en Cuba y en Venezuela un régimen COMUNISTA y mandar al carajo lo poco que tenemos de democracia y los pequeños ahorros que la mayoría consiguió con años de sacrificio, para que pueda primar, como es su meta, una dictadura salvaje, que aún no sabemos qué tan sangrienta y dañina pueda ser? Lo cierto es que nuestra libertad está amenazada y de qué manera y como bien nos lo manda el octavo mandamiento del abogado, no solo a los que escogimos esta noble profesión sino a todos los mortales, quienes “mutatis mutandis”, los pueden aplicar a las suyas, hay que tener fe:  “…en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, …en la LIBERTAD, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz.”.

3 comentarios en «La toma del poder judicial colombiano por la izquierda castrista»

  1. Excelente articulo que revela la radiografia de la crisis actual de la rama judicial despojando a la justicia colombiana de sus pilares fundamentales. Tan grave que amerita una reestructuracion y transformacion de ese enemigo en que se convirtio esa rama del poder publico con la aquiesencia del legislativo tambien infiltrado y poseido por algunos de los peores criminales perverdos de la mal llamada izquierda colombiana. Tribus de rufianes acabando con lo poco que nos queda.

  2. Este maestro es de los que mira la paja en el ojo ajeno…Se le olvida la viga en el propio, como defender lo indefendible, cuando la izquierda nunca ha gobernado en Colombia excepto el corto tiempo del GENERAL GUSTAVO ROJAS PINILLA, derrocado por la élites de la ultra derecha liberal conservadora. Hoy el entuerto de país que tenemos obedece a esa gobernanza.

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