La Universidad de Medellín y la politiquería

La Universidad de Medellín es un reflejo de lo que actualmente sucede en el país, pues la bandera de la corrupción lamentablemente aún ondea, con fuerza, en el claustro, sin que podamos olvidar que, en unos 20 días,  su asamblea general o el Grupo de los Cien, elegirá a los egresados que integrarán una nueva consiliatura que regirá los destinos del claustro durante los próximos dos años y, como ya es costumbre en estos platanales de la corrupción, en la campaña política interna que allí se adelanta, priman las mentiras de los portales, pagados por los huérfanos de la totalidad del poder, para engañar al común.

Lo que si les aseguro es que desde la posesión de la actual consiliatura, hace ya dos años se respiran otros aires.  La Consiliatura cambió, se volvió a la época de los debates liberales, de la libertad de expresión y salimos de los atropellos dictatoriales, ilegales, unilaterales y abusivos del exrector, por decir lo menos.

El nuevo rector resultó ser inmejorable. Es un hombre preparado, decente, estudioso y un trabajador incansable. Que su nombre figure en la providencia condenatoria de la Contraloría por el presunto detrimento patrimonial en Hidroituango no me preocupa, por cuatro razones: i) porque, hasta donde me alcanza, el rector ya  había sido absuelto por la Procuraduría cuando el proceso disciplinario estaba próximo a prescribir y ello, con fundamento en algunas pruebas que no tuvo en cuenta siquiera la muy politiquera fiscalizadora o por su valoración defectuosa, lo cual constituye una vía de hecho; ii) porque los cargos en su contra son, por decir lo menos, enclenques; lo que le asegura a nuestro nuevo rector una acción contenciosa con vientos a su favor; iii) porque ese detrimento no es real, en razón de que las aseguradoras están pagando y vi) porque, en mi sentir, esa acción fiscal ya estaba prescrita.

Volviendo al asunto que nos ocupa, el rector acogió nuestro ruego para que se adelantarán en la universidad algunas auditorías forenses de las que aún no es conveniente publicar todos sus resultados, los que son muy preocupantes, ello para no dar al traste con lo que garantiza la reserva sumarial; sin embargo hay algunas perlas que muestran la punta del iceberg, como que se halló que la administración anterior “invirtió” cerca de diez mil millones de pesos en una empresa, suma que simplemente se perdió y que uno de los miembros de su junta directiva era un funcionario de la universidad. Hay unas cuentas en dólares que preocupan por decir lo menos. Se detectó que una funcionaria suscribió más de ochenta contratos en su favor. Se encontró adicionalmente una pérdida de más cinco mil millones de pesos, en los laboratorios de la universidad y el apoderamiento de cuantiosas sumas por parte de algunos funcionarios, sin que por la mala prestación de algunos servicios a epm, haya desaparecido el riesgo para el claustro, el de que termine pagando una multimillonaria multa; se investiga el cobro de primas en las cafeterías, irregularidades en la casa del egresado, etc. Se investiga la contratación, no obstante que ya contamos con nuevo pliego único y con un estatuto para esos efectos. Investigaciones que ya se publicarán en su momento, ajustándose la administración para ello a la verdad únicamente.

Que yo sepa ninguno de los miembros de la actual consiliatura es fajardista, pero doy fe de que en la Universidad no se adelanta campaña política alguna por parte de la administración. Tampoco es cierto, como lo asegura un portal para atacar al actual rector, que en la universidad se adelanta un debate por la millonaria inversión que hizo el rector Federico Restrepo en la construcción de un cuestionado bloque y que, según algunos estamentos, ello parece más una estrategia de este administrador, para distraer la atención del público sobre el proceso en su contra. 

Eso no es cierto, lo cierto es que como los consiliarios Edgar Arrubla Cano, José Joaquín Gllo. Gómez Giraldo y quien esta columna escribe, no aprobamos los estados financieros del 2019, porque no reflejan la realidad y no suscribimos la  certificación que requiere la Dian y nos opusimos adicionalmente a que reinvirtieran los excedentes de más de sesenta mil millones de pesos de ese periodo fiscal, en títulos valores o en acciones, que no rentan más de un 3% anual y adicionalmente, entre otras razones, porque, en nuestro concepto, esas inversiones en papeles o en acciones no tienen nada que ver con el objeto meritorio del claustro, sin que se pueda olvidar que  la universidad se puede ver abocada, de proceder así, a pagar un impuesto no del 30% sobre esos excedentes sino del 20%, tarifa única para las ESAL y de paso perder su calidad de tal y los beneficios que esa calidad le brinda y adicionalmente, porque esa conducta para nosotros tipifica un fraude fiscal; finalmente y, gracias a estos debates, el entonces rector encargado, César Guerra Arroyave, como para taparnos la boca, le propuso a la Consiliatura que invirtiéramos algo así como cuarenta mil millones en la compra de nuevos equipos para los laboratorios y en la construcción de un edificio en el que funcionará el Centro de tecnologías de la Universidad de Medellín, el cual será dotado, con esos recursos, con modernos equipos de sistemas y de tecnología de punta, centro de tecnologías en el que se concentrará todo lo relacionado con hardware y software. En ese edificio se construirán también las áreas que requieren la biblioteca del claustro y otras dependencias de la universidad, pues el edificio de la biblioteca Eduardo Fernández Botero, con más de 45 años de construido, amenaza ruina, por lo daños estructurales de que padece y por ello habrá de derruirse para darle paso a la nueva edificación, pues los costos de su repotenciación superarían con creces su deteriorado valor actual.  Nosotros aprobamos la construcción del edificio y la compra de los equipos, pero no la utilización indebida del saldo, estaremos vigilantes.

Finalmente, el convenio firmado entre la Universidad de Medellín y la fundación Centro de Estudios en Economía Sistémica, ECSIM, el 29 de julio de 2021, no es un contrato de Tongo le dio a Borondongo, firmado entre una asociación de deshonestos para partirse la marrana con la universidad, como lo da a entender Juan Paz, en uno de sus irresponsables y calumniosos escritos sobre la Universidad de Medellín. El ECSIM es una entidad sin ánimo de lucro, dirigida por un grupo de investigadores altamente respetables, de las mayores calidades personales, morales y académicas, comprometida con la construcción de sociedades más humanas, desarrolladas, integradas y pacíficas y se firmó para sumar sinergias en beneficio de ese grupo y de la universidad, que sigue en pañales en materia de investigación y con miras a conseguir recursos internacionales con ese noble fin. La señora Vicerrectora Administrativa y Financiera de la UdeM como investigadora que es y cuando fungió como directora del doctorado de administración en EAFIT, si fue miembro de esa junta, pero hoy no lo es. La página, al parecer, no está actualizada. ¡Qué falta de respeto! Si quiere conocer a esos investigadores y sus logros visite la siguiente página:  http://www.fundacionecsim.org/.