La Semana Santa y el diablo ruso

“¡Dios, detén la mano de Caín!” Obispo de Roma

Columna no apta para comunistas y ateos, valga la redundancia.

Amables lectores:

La Semana Santa para los cristianos NO es un periodo vacacional para irnos a beber a una playa o a una finca, sino un alto en el camino para reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestro país, sobre nuestras obligaciones para con el Estado, con el projimo, con la comunidad y nuestra familia y para meditar si estamos o no cumpliendo con los diez (10) mandamientos de la ley de Dios o si es Lucifer, quien controla nuestras vidas.

Un periodo para pensar si somos justos o no con nuestros empleados y demás servidores o con nuestros empleadores, un periodo para reflexionar sobre cómo estamos educando a nuestros hijos y para identificar qué estamos haciendo bien o mal y cómo debemos enderezar el rumbo; para pensar sobre las guerras y las carnicerías humanas que asolan al planeta o, con otras palabras y en esos contextos, meditar sobre la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo. ¡La Semana Santa es tiempo para buscar y acercarnos a Dios, visitar los templos, es tiempo de ayuno, de oración, de reflexión, de propósito de enmienda y no de rumba!

El diablo no es una caricatura, no es un hombre vestido de rojo, con cachos, cola, dientes espantosos y armado de un tridente, quien administra el infierno.

Como bien lo explica el sacerdote jesuita Carlos J. Novoa M., S.J: “…diablo, Satanás, Lucifer, espíritu de las tinieblas, demonio, significan el contradictor, el que se opone al bien y a Dios…” ¿Quiénes se oponen al bien y a Dios? Por ejemplo, Vladimir Putin y sus colaboradores, Nicolas Maduro, Petro, los Castros, Xi Jinping​, Kim Jong-un; los miembros de la Farc, del ELN, del M.19; es decir, los que no cumplen sus mandamientos, se roban lo que encuentran a su paso y asesinan a sus contradictores entre otras felonías. ¿Estas con Dios o con los llamados ateos progresistas?

Releamos únicamente el quinto mandamiento de la ley de Dios: V) No matarás.

Sin embargo vemos cómo Vladimir Putin, el jefe de los progresistas o el loco, en su desaforada ambición, por enriquecerse cada día más y más y más ─ actuado para ello como sus frentes criminales, los de las farc y del eln, está asesinando niños inocentes, a sus padres, a sus hermanos y a su abuelos, a todos los familiares de sus hermanos ucranianos y de paso destruyéndoles sus viviendas, para apoderarse de sus territorios y de sus recursos naturales renovables y no renovables, como lo hicieron las Farc con más 560 municipios colombianos, asesinado así a un pueblo cristiano no violento, que renunció a sus armas atómicas y que apenas cuenta con un pequeño ejército que ha sabido heroicamente resistir el embate injustificable, cobarde y a mansalva de un ejército de salvajes y tráfugas, como los de las FARC y el ELN.

Mi padre solía decir, como lo aseguraban los griegos, que “Cuando los dioses quieren perder a los hombres los enloquecen o los enceguecen con la soberbiay agregaba lo siguiente refiriéndose a Pablo Escobar Gaviria, de quien decía que no era un hombre inteligente y para demostrarlo afirmaba: “…Cuando los niños juegan y alguno comete una brusquedad, los demás le dicen “No seas bruto”, porque los niños saben o al menos intuyen que la violencia es proporcional a la brutalidad de quien la ejerce.” ¿Cómo negar que Putin, el mayor genocida de este siglo, es un bruto? ¿Cómo negar que la toma del Palacio de Justicia o las bombas con las que mueren niños inocentes, son el producto de las acciones de unos brutos?

Nuestros abuelos fueron testigos del holocausto judío, a manos de un diablo alemán, de Hitler, pero hoy los tiranos y los neonazis niegan el holocausto, como niegan sus holocaustos Putin, los Castros, las Farc y Eln.

Nosotros y nuestros abuelos fuimos testigos del periodo de la violencia en Colombia, el que aún no termina, pues el acuerdo de paz fue apenas una engañifa económica de terceros países corruptos (Cuba, Rusia y China), ejecutada por un lagarto bogotano de miedo, con ínfulas de inglés, ala, para apoderarse de nuestros territorios. !El peor traidor a la Patria que la corrupción hubiere parido!

El sacerdote jesuita Carlos J. Novoa, en interesante artículo publicado en 1996 y  titulado “El diablo interior”, aseguraba que: “…No podemos negar las atrocidades que están sucediendo en el mundo, incluso aquí en Colombia, v.gr., sólo el año pasado fueron asesinadas 35.000 personas en nuestro país; según el PNUD (el programa de las Naciones Unidas para el desarrollo humano), y la CEPAL (la comisión económica para América Latina de la ONU), organismos dignos de todo crédito, en sus últimos informes señalan cómo más de la mitad de los colombianos viven en condiciones infrahumanas, es decir que más de quince millones de compatriotas nuestros se hallan en esta dolorosa situación.” Este artículo debería leerse en familia y por ello les comparto el enlace.

file:///C:/Users/Jos%C3%A9%20Le%C3%B3n%20Jaramillo/Downloads/adminpujojs,+Carlos+Novoa.pdf

Pero ¿cuándo está el diablo dentro de mí?, ¿qué manifestaciones tiene el demonio en el corazón humano? El padre Carlos nos responde: “…Estas manifestaciones las constituyen el egoísmo, la sed de dinero, la sed de poder, la insensibilidad frente al hermano, la intransigencia, la prepotencia, la soberbia, el creernos más que los demás, el creer que nadie tiene nada que decirnos, el creer que todos tienen que callarse cuando hablamos.”

Amables lectores, finalmente y para que reflexionen en esta Semana Santa, les transcribo el siguiente escrito, al parecer de mi padre, inspirado en un vitral de la catedral de lübek:

» Tú dices…

Tú dices que soy tu Dios y no me adoras;

Tú señor, y no me obedeces;

Tú maestro, y no me escuchas;

Tú amor, y no me amas;

Tú luz, y no me buscas;

Tú pastor y guía, y no me sigues;

Tú Santo, y no me respetas;

Tú padre, y no me pides…

Cuando te condenes, no me culpes a mí.»  Agustín Jaramillo Londoño